miércoles, 27 de febrero de 2008

70´s - Cantautores: Serrat (I)

La blogera Aliena me ha picado con su entrada acerca de Serrat. De este monstruo de la canción como no hay dos (a su altura está Víctor Manuel y el resto de los buenos juegan la UEFA) conservo dos álbumes que compré hace unos diez años en un rastrillo donde no pude creer cómo alguien se podía desembarazar de ellos. Me vais a disculpar, pero voy a hacer dos entradas larguiiiiiiísimas en donde voy a copiar las letras de las canciones, que son pura poesía, así como voy a mostrar actuaciones de youtube que me parecen de interés.

Tipo de álbum     vinilo LP 33 rpm
Fecha del álbum     1969
Discográfica     Zafiro
Adquisición     Comprado, a mediados de los noventa en uno de esos mercadillos de vinilos desechados (!)

Joan Manuel Serrat firma letra y música de nueve de las diez canciones de este elepé.

La otra canción, que abre la cara A, la firma Rafael Alberti y musica Sergio Endrigo: la paloma. Esta musicalización del poema de Alberti es simplemente magistral, y ni Ana Belén ni leches, me quedo con esta.

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)


Después viene "el titiritero", con unos arreglos muy al gusto de la época (se pueden escuchar también en canciones de Víctor Manuel). Lo que se aprecia sobre todo es un respeto enorme por el escuchante. Hay trabajo bien hecho, con afán de agradar.

De aldea en aldea
el viento lo lleva
siguiendo el sendero,
su patria es el mundo,
como un vagabundo
va el titiritero.

Viene de muy lejos,
cruzando los viejos
caminos de piedra.
Es de aquella raza
que de plaza en plaza,
nos canta su pena.

¡Allez hop!
¡Titiritero, allez hop!
de feria en feria.
Siempre risueño,
canta sus sueños
y sus miserias.

Vacía su alforja
de sueños que forja
en su andar tan largo.
Nos baja una estrella
que borra la huella
de un recuerdo amargo.

Canta su romanza
al son de una danza
híbrida y extraña,
para que el aldeano
le llene la mano
con lo poco que haya.

Y al caer la noche
en el viejo coche
guardará los chismes,
y tal como vino
sigue su camino
solitario y triste.

Y quizá mañana,
por esa ventana
que muestra el sendero
nos llegue su queja
mientras que se aleja
el titiritero.


Cançó de matinada (1966)



Tiernísima canción que describe el amor furtivo de juventud es "poco antes de que den las diez". A todos nos recuerda algo, seguro. La canción mantiene un tono relativamente triste, de despedida, y sin embargo en el estribillo explota en millones de burbujas, como al abrir una botella de champán.

Te levantarás despacio
poco antes de que den las diez,
y te alisarás el pelo,
que con mis dedos deshilé...
Y te abrocharás la falda,
y acariciarás mi espalda
con un "hasta mañana",
y te irás sin un reproche.
Te perderé con la noche
que llama a mi ventana...

Y bajarás los peldaños
de dos en dos, de tres en tres.
Ellos te quieren casa
poco antes de que den las diez.

Vete.
Se hace tarde, vete ya...
Vete ya.

Y, en el umbral de la puerta,
- poco antes de que den las diez -
borrarás la última huella
que en tu cara olvidé...
Y volverás la cabeza.
Y me dirás con tristeza
adiós, desde la esquina.
Y luego saldrás corriendo...
La noche te irá envolviendo
en su oscura neblina...

Tu madre abrirá la puerta,
sonreirá, y os besaréis.
La niña duerme en casa...
Y en un reloj darán las diez.


Con la delicadeza del clave suena "en nuestra casa", que describe una escena de abandono, de desamor. ¡Qué pena!

En nuestra casa
ya no se oye tu voz,
la noche va llenando
toda la habitación.
Las lilas del jarrón
se han ido marchitando
en casa.

De nuestra casa
mi juventud se fue
corriendo tras tus pasos,
cruzando la ciudad,
mientras la soledad
me acuna entre sus brazos
en casa.

En nuestra casa
ya nadie enciende el fuego,
nadie llama a mi puerta,
las horas pasan muertas
sin tus manos.

En nuestra casa,
no soy más que una sombra
que no tiene ilusiones.
De golpe me hice viejo,
hablo con el espejo
y no abro los cajones
por no encontrar recuerdos.

De nuestra casa
que no es mía sin ti,
me iré por la mañana
sin saber donde ir
y volveré a vivir
lejos de las ventanas
de casa.

Y a nuestra casa
otras bocas vendrán
a borrar nuestros besos
y mi triste canción
quedará en un rincón,
soñando en tu regreso
a casa.

A nuestra casa...


Paraules d'amor (Palabras de amor)



De denuncia y de nuevo pintando una escena tristísima: "Manuel", que sólo podía haber nacido en España, en la España de los cincuenta y el hambre y el sudor.

Le llamaban Manuel, nació en España,
su casa era de barro, de barro y caña.
Las tierras del señor humedecían
su sudor y su llanto, día tras día.

Mendigo a jornal fijo como él no hubo
entre olivos y trigos, por un mendrugo.
Su casa era de barro, de barro y caña,
le llamaban Manuel, nació en España.

Le llamaban Manuel, nació en España,
su mundo era otro mundo, tras la montaña.
Del amo eran las tierras, camino abajo
las moras y las flores de los ribazos.

La mula y los arreos, el pan y el vino,
los árboles, las piedras y los caminos.
Su mundo era otro mundo, tras la montaña,
le llamaban Manuel, nació en España.

Le llamaban Manuel, nació en España,
ella guardaba un hijo en sus entrañas.
Nunca nada fue suyo, nada tuvieron,
por eso lloró tanto cuando murieron.

Él con sus propias manos cavó una fosa
sepultando sus sueños junto a su esposa.
Ella guardaba un hijo en sus entrañas,
le llamaban Manuel, nació en España.

Le llamaban Manuel, nació en España,
le vieron alejarse una mañana.
Del amo era el olivo, donde lo hallaron
y la soga de esparto que desataron.

Y el pedazo de tierra donde hoy se pudre
y el trigo que en la sierra su tumba cubre.
Le vieron alejarse una mañana.
Le llamaban Manuel, nació en España.


Pepa Flores en "Tu nombre me sabe a hierba", una niña prodigio que fue maltratada y despreciada cuando su verdadero valor comenzaba a apuntar alto y claro al convertirse en mujer.



"Tu nombre me sabe a hierba" y a frescura, a amor sincero. No en vano le declara su amor doce veces.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
cerré mi puerta una mañana
y eché a andar.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
dejé los montes
y me vine al mar.

Tu nombre me sabe a yerba
de la que nace en el valle
a golpes de sol y de agua.

Tu nombre me lleva atado
en un pliego de tu talle
y en el bies de tu enagua.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
aunque estás lejos
yo te siento a flor de piel.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
se hace más corto
el camino aquel.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
mi voz se rompe como el cielo
al clarear.

Porque te quiero a ti,
porque te quiero,
dejo esos montes
y me vengo al mar.


Tu nombre me sabe a yerba



El "poema de amor" es la canción de amor más sencilla y más grande que se puede cantar con palabras. Y es que no olvidemos que lo grande, lo genial, es siempre sencillo y claro. La letra se acompaña de un crescendo con acompasados remansos de volúmenes, instrumentos y semitonos que sirve al único propósito de rodear al escuchante, de intensificar sus sensaciones a lo largo de esta canción, y desde luego que lo consigue. Grande, grandísima canción.

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.

Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.

Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.

La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.

Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.

Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.

Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.

Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.

Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.

Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.


Con un claro guiño al Jazz, esta "balada de otoño" es una llamada a la introspección, a la lluvia tras los cristales.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...


Cancion de cuna - 1974, para todas las "señoras Ángeles"



Una canción de despedida, de emigración y búsqueda de la suerte: "en cualquier lugar".

Se alejaron de allí
un día gris
de primavera,
bajaron hacia el sur
con su juventud
en bandolera.

Con sus sueños al hombro
cruzaron la colina,
las viejas encinas
los vieron marchar.

A cualquier parte,
en cualquier lugar,
siguiendo otras pisadas,
el camino no acaba en el encinar.
Volvieron muy pocos de aquellos,
mañana yo me iré con ellos
a buscar el mar.

Me voy, os digo adiós
rincones en donde he crecido,
os dejo en un cajón
la gris canción
de lo que he sido.

Me voy hacia otra tierra
en donde el sol caliente
lejos de mi gente
y del encinar…


Con "mis gaviotas", el elepé abre y cierra con sabor a Alberti.

Jugando ayer desnudo por la arena
mi niñez poco a poco vi pasar,
se me escapó sin darme cuenta apenas,
soñando con volar.

Irme jugando con el viento,
caer sobre el agua un momento.
Crecí soñando, cerca del mar,
junto a las rocas,
un día aprendí a volar,
aprendí a volar
como mis gaviotas.

Y me fui lejos de allí
aquel día,
sin mirar atrás creí
que jamás volvería.

Me encontré un cardo, una flor,
un sueño, un amor, una tristeza,
me fui solo y luego fuimos dos,
un beso, un adiós y todo empieza.

Otra canción, otra ilusión, otras cosas,
y harto ya de andar
hoy volví a buscar
mis gaviotas.

Y no las vi, ellas también se fueron
de aquel rincón que nos unió una vez,
me quedé solo, escarbando en el suelo,
buscando mi niñez.

Ellas no ha de volver jamás,
ellas la dejaron atrás,
bajo la arena, cerca del mar,
junto a unas rocas
que no saben volar,
que no saben volar
como mis gaviotas.

Y me voy más triste hoy
que aquel día,
que sin mirar atrás
creí que jamás volvería.

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